jueves, 2 de febrero de 2012

Música, juegos y talleres

 Carreras de patinetes en la pista de balonmano.

Aquellos chalados, con sus locos cacharros...

 Carreras de sacos en el patio de los talleres.

 Era la época de las misas cantadas en latín, tiempo de cantos gregorianos y oficios de tinieblas. Después de tantos años aún recuerdo la letra de un pequeño madrigal compuesto por el cura Ricardo; (él creía que era un genio); que decía: -Bellas tardes otoñales de inefable poesía, que hasta el fondo llega del alma, fué su adiós tan largo y triste, fué nuestra melancolía, pero un lucero de esperanza mensajero, brilla, brilla...-
No he podido borrarlo de mi mente, ni creo que pueda ya...Ximo Casado se acordó de cuando los curas nos llevaron a cantar a los chicos del coro a Chirivella, en la boda de Juan Cotino...«Cogito ergo sum»

 La banda de música del colegio con Don Angel Machancoses el cura Fernando y Don José Maria Cervera. Don Angel que tenía un genio de mil demonios y no nos permitía tocar el armonio. Jose Manuel Catalá Mahiques, Rafael Gomez Rubio, Carlos Gómez Rubio, Eduardo, Joaquin Sancho, Miguel Angel Blanes, Carbonell, José Martinez Murillo, José Luis y Molina.

La primera formación con Martín Millet y uniforme de la época. Don José María Cervera que nos enseñó instrumentación, armonía, composición...

 El taller de mecánica; por cierto muy limpio, hasta se huele el Zotal; con sus tornos y aquella máquina para cortar metal con taladrina.

 Alumnos del taller de electricidad; Ernesto Sánchez, Tébar, Cubas, Zanón, Amadeo, Blanes, Chust, Ismael Sánchez...

 Taller de carpintería, muchas horas lijando y haciendo cruces con peana.

 Taller de electrónica; Joaquín Casado, Gil, Sirvent, Ramírez, Micó...

Cipriano, Monparler, Soriano, Sancho, Catalá, Morales...

Taller de electricidad casi vacío, con el tiempo se llenaría de maquinaria, soldadores, carretes de hilo de cobre, etc etc...
En algún tiempo fabricábamos relés para ascensores, aquellos de numeritos barrocos y también motores de lavadoras marca  Balay, eran unos motores de 1/4 de caballo que construíamos a partir de chapas de hierro en F; cada alumno hacíamos el proceso completo; calculábamos el grosor y las vueltas del hilo de cobre, fabricábamos las bobinas y el inducido, las soldábamos y las aislábamos con barniz, las embutíamos en una carcasa y a rodar. De alguna manera pagábamos nuestro sustento.

 Bancos de trabajo en el taller de mecánica, arriba a la derecha detalle de la construcción de la antorcha olímpica, después se hicieron los columpios; algunos de ellos están hoy en día en el jardín de la estación de autobuses.

No hay comentarios:

Publicar un comentario